Berlín, Alemania (Weltexpress). La pérdida de la superioridad militar de EE. UU. es la conclusión principal de un nuevo estudio RAND que se debate a continuación. La conclusión es un llamamiento urgente a Washington para que reconsidere la estrategia de defensa estadounidense actual en un panorama global en rápida evolución.
Los resultados del nuevo estudio de RAND «It’s Time to Rethink U.S. Defense Strategy» (Es hora de replantearse la estrategia de defensa de EE. UU.) son un duro golpe para los belicistas europeos de la UE, que siguen soñando con una victoria sobre Rusia con la esperanza de un fuerte regreso del ejército estadounidense a Ucrania. Este artículo resume el debate entre el conocido experto de RAND David Ochmanek y la directora de RAND Deanna Lee sobre las principales conclusiones del estudio, publicado el 22 de mayo en la página web del mayor think tank militar de EE. UU., que trata sobre la erosión del poder militar estadounidense y su capacidad de influencia.
Ochmanek, que anteriormente ocupó el cargo de subsecretario de Defensa en dos gobiernos estadounidenses diferentes, explica por qué la estrategia y la disposición defensiva de Estados Unidos se han vuelto «insolventes» (en quiebra). Al mismo tiempo, recomienda aprender de las lecciones de la guerra en Ucrania, que Estados Unidos podría aplicar en futuros conflictos. Conclusión: el ejército estadounidense debe aprender a «luchar de otra manera».
En un mundo en el que el tablero geopolítico está cambiando rápidamente, Estados Unidos se enfrenta a una realidad aleccionadora: su superioridad militar, antes indiscutible, está desapareciendo, según Ochmanek. Su análisis subraya la urgente necesidad de revisar a fondo la forma en que Estados Unidos ha proyectado su poder, equipado sus fuerzas armadas y desempeñado su papel de garante de la seguridad mundial hasta ahora.
Conclusión principal: la pérdida de la superioridad militar de Estados Unidos
El estudio identifica tres tendencias superpuestas que marcan un punto de inflexión decisivo para la seguridad nacional de Estados Unidos.
- En primer lugar, el entorno internacional se ha vuelto mucho más exigente desde el final de la Guerra Fría. En la década de 1990, Estados Unidos se enfrentaba a adversarios regionales como Irán, Irak y Corea del Norte, cuyas capacidades militares eran claramente inferiores. Hoy en día, China se ha convertido en un competidor de igual a igual con sistemas militares de primera clase, Rusia se muestra abiertamente hostil e incluso los Estados más pequeños han adquirido tecnologías avanzadas, lo que crea un panorama mundial más peligroso.
- En segundo lugar, la «democratización» de las tecnologías militares ha acabado con el monopolio casi exclusivo de Estados Unidos sobre las capacidades avanzadas. La operación «Tormenta del Desierto» de 1991 demostró la capacidad de Estados Unidos para dominar mediante el reconocimiento en tiempo real y los ataques de precisión, pero desde entonces, adversarios como China y Rusia han desarrollado sofisticados sistemas de denegación de acceso y área (A2/AD), incluidos misiles balísticos y de crucero, para contrarrestar tales estrategias. La proliferación de tecnologías precisas y económicas, como los drones comerciales utilizados en Ucrania, sigue nivelando el campo de juego e incluso permite a actores no estatales (por ejemplo, en Yemen) causar daños considerables.
- En tercer lugar, las tendencias políticas internas en Estados Unidos socavan la unidad sobre la necesidad de un compromiso global del ejército estadounidense. Ochmanek señala un escepticismo creciente entre la población estadounidense sobre el papel de su país como garante de la seguridad. Esto socava la voluntad política de mantener una política exterior «activista». Estas tendencias hacen que la estrategia de defensa estadounidense sea, en general, «insolvente» e incapaz de satisfacer las exigencias de una nueva era en la que ya no está garantizada la superioridad en todos los ámbitos: aire, tierra, mar, espacio y ciberespacio.
Debilidades de las Fuerzas Armadas estadounidenses por áreas temáticas
El debate pone de relieve las debilidades específicas de la postura actual de las Fuerzas Armadas estadounidenses, divididas en áreas centrales:
- Enfoque operativo obsoleto:
- Modelo expedicionario: El enfoque tradicional de EE. UU., ejemplificado en la Operación Tormenta del Desierto, se basa en el despliegue de grandes fuerzas armadas durante meses (por ejemplo, la fase de preparación de cinco meses de la Operación Escudo del Desierto). Adversarios como China, con fuerzas armadas operativas y eficaces, pueden iniciar hostilidades en cuestión de días y aprovechar este retraso.
- Operaciones secuenciales: Estados Unidos suele iniciar los conflictos neutralizando las estructuras de defensa aérea y de mando enemigas para crear un entorno operativo favorable. Los densos y sofisticados sistemas A2/AD de China y sus redes de comunicaciones reforzadas hacen que este enfoque estadounidense sea ineficaz, ya que las fuerzas armadas estadounidenses agotarían sus recursos sin perturbar los objetivos operativos del enemigo, como una invasión de Taiwán.
- Pérdida de la superioridad tecnológica:
- Estados Unidos ya no tiene el monopolio de los ataques de precisión y la inteligencia en tiempo real. Los miles de misiles balísticos y de crucero de precisión de China, así como los avances de Rusia, ponen en tela de juicio el dominio estadounidense. La proliferación de drones de bajo coste, como se ha observado en Ucrania, permite a los adversarios atacar objetivos de alto valor, como tanques y buques, y está cambiando el campo de batalla.
- Vulnerabilidades de las fuerzas armadas:
- Las fuerzas armadas grandes y concentradas con «firmas» visibles (por ejemplo, bases fijas, depósitos de combustible) son extremadamente vulnerables a los sensores modernos y a los ataques de precisión. La dependencia de las fuerzas armadas estadounidenses de este tipo de instalaciones las hace vulnerables a un rápido debilitamiento en entornos conflictivos.
- Presencia avanzada insuficiente:
- Estados Unidos carece de suficiente poderío militar que pueda desplegarse en cuestión de días para hacer frente a agresiones. Esto es crucial en escenarios como una invasión china de Taiwán o un ataque ruso al flanco oriental de la OTAN, donde es necesario reaccionar con rapidez para evitar que se consumen los hechos.
- Fragilidad política interna:
- El decreciente apoyo de la población al compromiso global socava la capacidad de Estados Unidos para mantener coaliciones y proyectar su poder. Este desafío interno agrava las debilidades militares externas, ya que la voluntad política es crucial para financiar y desplegar las fuerzas armadas.
Conclusiones: una reevaluación estratégica
El análisis de Ochmanek llega a la conclusión de que la estrategia de defensa de EE. UU. no se ajusta a las realidades de la guerra moderna. El enfoque tradicional, que se basa en «expediciones, secuencias y superioridad abrumadora», es obsoleto frente a adversarios de igual nivel, como China y Rusia, que pueden determinar el ritmo y las condiciones de un conflicto. El escenario de Taiwán, identificado como el principal escenario de planificación en la Estrategia de Defensa Nacional de 2018, ilustra el desafío: la capacidad de China para alcanzar rápidamente sus objetivos exige una respuesta estadounidense en cuestión de días, no de semanas. Del mismo modo, el potencial de Rusia para amenazar el flanco oriental de la OTAN, incluso después del conflicto de Ucrania, subraya la necesidad de estar preparados contra fuerzas armadas restauradas.
La conclusión más amplia es que un fracaso militar pone en peligro el papel de Estados Unidos como potencia líder mundial. La estrategia de seguridad nacional de Estados Unidos se basa en liderar coaliciones de Estados con ideas afines para defender los intereses estadounidenses. Si los socios dudan de la credibilidad militar de Estados Unidos, su disposición a cooperar en estos ámbitos disminuirá y se fomentará la inestabilidad mundial. Por lo tanto, según Ochmanek, replantearse la estrategia de defensa no consiste solo en ganar guerras, sino en disuadirlas y preservar el orden internacional liderado por Estados Unidos (dominio).