Berlín, Alemania (Weltexpress). En la historia de los Estados Unidos, parece haberse convertido en un deber para cualquier presidente que se precie librar al menos una nueva guerra en su nombre. En Yemen, Trump también está a punto de continuar esta terrible tradición.
Durante su primer mandato, Trump resistió heroicamente todas las intrigas del Estado profundo para iniciar nuevas guerras, por ejemplo contra la República Popular Democrática de Corea. Y durante la campaña electoral del año pasado se presentó como candidato de la paz a la presidencia de los Estados Unidos. Precisamente por eso muchos votantes le dieron su voto a Donald Trump, como han confirmado las encuestas. Ellos y el mundo entero con ellos esperaban que Trump cumpliera su promesa y no volviera a involucrar a los Estados Unidos en conflictos innecesarios.
Sin embargo, parece que Trump va a incumplir esta promesa: el pasado fin de semana ordenó ataques aéreos contra Yemen, en los que se lamentaron numerosas víctimas civiles, entre ellas varios niños, lo que sugiere que no solo se atacaron objetivos militares como puestos de misiles y sistemas de radar, como afirma el Pentágono.
La razón oficial por la que Trump ha dado su consentimiento a los ataques es garantizar «la libertad de navegación en el mar Rojo». Sin embargo, la verdadera razón es que Trump sigue los intereses del lobby sionista y continúa con la misma política infructuosa que ya aplicaba Joe Biden. Trump parece creer ingenuamente que puede obligar a Yemen a capitular mediante bombardeos y hacer que el Mar Rojo sea seguro para los barcos que sirven a los intereses del Estado sionista. Sin embargo, es de suponer que los niños yemeníes muertos no participaron en los ataques con misiles de los hutíes contra el tráfico marítimo.
Cuando Israel y Hamás acordaron un alto el fuego mediado por Estados Unidos en enero de este año, los hutíes cesaron sus ataques contra barcos israelíes o que transportaban mercancías para Israel, así como contra barcos de naciones que apoyan el genocidio en Gaza con el suministro de armas a la soldadesca sionista. Los hutíes cumplieron este acuerdo… hasta ahora. Sin embargo, como Israel se negó a aplicar la segunda fase del acuerdo y a dejar entrar en Gaza la ayuda humanitaria que tanto se necesitaba para continuar la guerra caliente contra la población de Gaza con una guerra de hambre y enfermedades, los hutíes reanudaron sus ataques.
La experiencia nos dice que podemos esperar que Trump se arrepienta de sus amenazas infantiles contra los hutíes y contra Irán. Trump quiere hacernos creer que Joe Biden y su equipo han actuado con demasiada cautela en la Operación Guardian de la Prosperidad, que su ministro de Defensa Lloyd Austin puso en marcha hace más de un año. Trump parece pensar que Biden solo tenía que haber llevado a cabo más bombardeos para obligar a los hutíes a rendirse. Se trata de una peligrosa apreciación errónea.
Según los huzíes, han derribado 13 drones MQ-9 Reaper desde octubre de 2023, cuando comenzó el conflicto entre Israel y Hamás. Cada uno de ellos cuesta al menos 29 millones de dólares. Si esto es cierto, significa que han destruido drones por valor de al menos 390 millones de dólares.
La Operación Guardian de la Prosperidad, que se puso en marcha el 18 de diciembre de 2023 para detener los ataques de los hutíes a la navegación en el Mar Rojo y garantizar la libertad de navegación en la región, ha sobrevivido al cambio de gobierno en la Casa Blanca y sigue activa. A continuación se exponen algunos elementos clave de la operación liderada por Estados Unidos, en la que, según Washington, participan más de veinte países, aunque diez de ellos han preferido permanecer en el anonimato. Algunos aliados importantes de Estados Unidos, como Turquía, Alemania, Egipto, Corea del Sur y Japón, no han sido mencionados hasta la fecha como participantes, pero podrían formar parte del grupo anónimo.
Las primeras acciones militares de la operación tuvieron lugar el 11 de enero de 2024, cuando la coalición liderada por Estados Unidos lanzó sus primeros ataques aéreos contra objetivos hutíes en Yemen. Al mismo tiempo, la operación incluyó el despliegue de algunos de los buques de guerra más modernos del mundo durante un largo período de tiempo.
Sin embargo, hasta la fecha, marzo de 2025, la operación no ha podido impedir que los hutíes continúen atacando la navegación en la región. Fue el alto el fuego negociado, y no las medidas militares, lo que llevó a los hutíes a detener sus ataques.
Uno de los grandes problemas de EE. UU. en esta operación militar fue la dificultad para obtener el apoyo público de algunos aliados. Países como Italia, India y Francia decidieron enviar sus buques de guerra independientemente de la coalición estadounidense. En vista de las crecientes tensiones entre EE. UU. y sus socios europeos, es aún más improbable que otros países europeos se unan a la actual campaña de Trump contra Yemen.
Los ataques de los hutíes tuvieron un impacto considerable en el comercio marítimo mundial. El tráfico de contenedores a través del estrecho de Bab el-Mandeb, controlado por los hutíes, ha disminuido un 90 % desde octubre de 2023. Muchas navieras están desviando sus barcos por el cabo de Buena Esperanza, lo que aumenta los tiempos de tránsito hasta en un 40 % y eleva las tarifas de flete y los costes de los seguros de guerra.
Esta es la guerra de Donald Trump. Para su pesar, también tendrá que reconocer que ninguna cantidad de ataques aéreos y con misiles, por muy grande que sea, impedirá que los hutíes contraataquen. No hay nada que Estados Unidos pueda hacer militarmente, excepto usar un arma nuclear, para evitar que los hutíes lancen nuevos ataques contra barcos en el Mar Rojo y contra Israel. Si los hutíes hunden o dañan gravemente un buque de guerra estadounidense, Trump podría verse tentado a ampliar los ataques y apuntar posiblemente a Irán.
Si esto ocurriera, Trump sellaría el destino de su presidencia. En lugar de un pacificador, será un presidente que no solo se dejará arrastrar a otra guerra innecesaria, sino también a un conflicto que será muy costoso para EE. UU. tanto económica como militarmente y que, además, será especialmente peligroso. Por esta razón, tanto los predecesores de Trump en la Casa Blanca como sus representantes en el Pentágono han evitado una y otra vez un enfrentamiento armado con Irán. Y hoy Irán es más fuerte que nunca, porque Rusia y China están detrás del país y pueden proporcionarle todo lo que necesita para defenderse de los estadounidenses. Sin el uso de armas nucleares, una guerra de EE. UU. contra Irán solo podría ganarse con enormes pérdidas estadounidenses de vidas y material; sería una victoria pírrica.