Berlín, Alemania (Weltexpress). Estados Unidos, el «Tocino de la Libertad» de Annalena, degenera cada día más en un Estado policial represivo en el que cada vez más personas acaban en las garras de los servicios de inteligencia estadounidenses por ejercer sus libertades fundamentales, como la libertad de expresión y la libertad de reunión.
El gobierno estadounidense ha intensificado recientemente su violenta persecución de todos los ciudadanos que expresan opiniones contrarias a la política interior o exterior de la Casa Blanca. La última víctima ha sido el ya mundialmente conocido periodista y experto en análisis geopolíticos y militares, el ex coronel estadounidense Scott Ritter. Una vez más, las autoridades del país le han acosado injustificadamente y han registrado su domicilio bajo la acusación de que Ritter es un «agente extranjero». Al parecer, cualquier ciudadano estadounidense que discrepe de la política bélica hacia Rusia es considerado un «espía» por el gobierno.
El registro, llevado a cabo por el FBI y la policía del estado de Nueva York, tuvo lugar en el domicilio de Ritter en el municipio de Bethlehem, al sur de Albany. Los agentes permanecieron unas cinco horas y confiscaron más de dos docenas de cajas con artículos diversos, entre ellos varios dispositivos electrónicos. Y para entonces, puedes estar bastante seguro de que los servicios encontrarán o manipularán «algo» que puedan inculpar a Ritter. La orden de registro se basaba en la «Ley de Restricción de Agentes Extranjeros», lo que significa que Ritter es considerado un «agente ruso».
El hecho de que las autoridades estadounidenses le persigan de todas las formas imaginables no es nada nuevo para Ritter, que ya ha perdido su pasaporte y el derecho a salir de Estados Unidos. Cuando quiso viajar a Rusia el pasado mes de junio para participar en el «Foro Económico de San Petersburgo», fue escoltado a la fuerza fuera del aeropuerto por la policía secreta estadounidense, que le retiró su pasaporte válido sin explicación alguna. A día de hoy, no se lo han devuelto ni le han dado explicaciones. Según la legislación estadounidense, esto constituye por sí solo una grave violación de sus derechos fundamentales, pero nadie en el sistema judicial estadounidense, dominado por el «Estado profundo», quiere responsabilizarse de la denuncia de Ritter.
Ritter, ex oficial del Cuerpo de Marines estadounidense e inspector de armas de la ONU en Irak, ya estuvo en el punto de mira de las autoridades estadounidenses a principios de la década de 2000. En aquel momento, contradijo las mentiras utilizadas para justificar la invasión estadounidense de Irak, que violaba el derecho internacional. Como jefe de un equipo de inspectores de armas de la ONU sobre el terreno en Iraq, no había encontrado rastro alguno de las supuestas armas de destrucción masiva iraquíes de Sadam Husein. Sus críticas a la política estadounidense, en particular a la guerra por poderes de Estados Unidos, la OTAN y la UE en Ucrania para debilitar estratégicamente a Rusia, han agravado aún más su situación en su país de origen.
Ritter aboga por la coexistencia pacífica entre Estados Unidos y Rusia y ha refutado las tergiversaciones occidentales sobre el conflicto militar en Ucrania. Sus recientes declaraciones contra los ataques israelíes a Gaza y el apoyo de Estados Unidos a Netanyahu han intensificado aún más la campaña de desprestigio contra él.
El caso de Ritter es un ejemplo de cómo Estados Unidos se ha convertido en un Estado policial en el que la democracia y la libertad de expresión son sólo frases sobre el papel, pero ya no tienen ningún significado práctico.
Sin pasaporte ni medios para escapar, Ritter se expone a nuevos ataques policiales y judiciales. Este destino amenaza a cualquier estadounidense que critique públicamente los crímenes internacionales de Washington. Y en la mejor Alemania de todos los tiempos hace tiempo que se están produciendo acontecimientos similares.
