Berlín, Alemania (Welttexpress). Un alto funcionario de la RAND ha aclarado los verdaderos objetivos de EE.UU. en Ucrania y, por tanto, el objetivo último de EE.UU. en la guerra de Ucrania. Entre otras cosas, declaró: «Mientras nos preparamos para un posible conflicto futuro con China, hay dos mundos en los que podríamos librarlo.»
A principios de este mes apareció en el sitio web de la RAND Corporation una entrevista con Ann Marie Dailey, alta funcionaria de la RAND, titulada «Estados Unidos, la OTAN y las estrategias geopolíticas». La Corporación RAND es el infame y gigantesco think tank fundado por las Fuerzas Aéreas estadounidenses durante la Guerra Fría como centro de análisis geoestratégico. Con el tiempo, RAND mutó en uno de los centros más influyentes del belicismo estadounidense, trabajando mano a mano con el complejo militar-industrial y generosamente financiado por este último. He aquí un breve extracto de la entrevista:
Pregunta para Ann Marie Dailey: «Hablando de la ayuda estadounidense a Ucrania, usted ha advertido que la ausencia de apoyo estadounidense a Ucrania marcaría el comienzo de una “serie de derrotas estadounidenses”. ¿En qué sentido?»
Respuesta de Ann Marie Dailey: «Hay gente en Washington que dice que no podemos seguir apoyando a Ucrania porque socava nuestra capacidad de prepararnos para China. Pero mientras nos preparamos para un posible conflicto futuro con China, hay dos mundos en los que podríamos luchar:
- Uno es un mundo en el que Ucrania pierde. En este mundo, todos nuestros aliados europeos se centrarán en protegerse del próximo ataque de Rusia. Estados Unidos estará más aislado diplomáticamente porque estos 31 aliados de la OTAN estarán mucho más preocupados por su propia seguridad que por ayudar a Estados Unidos en una lucha contra China.
- El otro mundo es aquel en el que Ucrania gana. Entonces tendremos una Ucrania que será el ejército más grande y capaz de Europa, sirviendo de baluarte contra la agresión rusa. Una Ucrania victoriosa proporciona a Estados Unidos un fuerte flanco europeo en el este. Allí tenemos países que confían no sólo en su propia seguridad, sino también en la capacidad colectiva de la OTAN para disuadir y derrotar la agresión. Estarán más dispuestos a apoyarnos si Estados Unidos se encuentra en guerra en el Indo-Pacífico. La idea de que ayudar a Ucrania dificultará nuestra capacidad para prepararnos para una guerra contra China es considerar que el mundo es plano cuando en realidad es redondo».
El analista de la Rand no oculta el objetivo último de Estados Unidos y el propósito real de la sangrienta guerra con cientos de miles de soldados ucranianos muertos y un millón de heridos, según las estimaciones. También quiere la guerra contra China. Pero sabe que EEUU necesita la ayuda económica, política y militar de sus vasallos europeos para enfrentarse a China. Si la guerra en Ucrania termina con una victoria rusa, EEUU perderá influencia en Europa.
Para luchar contra China, EEUU debe reforzar su control sobre Europa, sin importar los costes humanos y económicos en el continente europeo. La hegemonía mundial de EEUU está en juego. La paz es un anatema para la RAND y sus patrocinadores en Washington y el complejo militar-industrial porque marcaría el comienzo de un nuevo orden mundial multipolar, y entonces nada podría impedir que los vasallos europeos se emanciparan y se liberaran del yugo estadounidense.
Pero cómo llega Ann Marie Dailey a semejante análisis, que combina la visión de túnel con una extraordinaria falta de escrúpulos, porque las consecuencias de su recomendación política en forma de innumerables sacrificios humanos no parecen dignas de consideración. Sin embargo, es evidente que Ann Marie Dailey es una mujer muy inteligente, versátil y eficiente. Tiene un máster en economía internacional, después se alistó en el ejército y llegó a ser capitana de las Fuerzas Pioneras de Estados Unidos antes de convertirse en asesora política, incluso como asesora principal del Vicesecretario de Defensa de Estados Unidos para Asuntos de Seguridad Internacional, con especial atención a Rusia, Europa y Eurasia.
Al mismo tiempo, Ann Marie Dailey parece ser la prueba viviente de que un alto nivel de inteligencia no protege contra conclusiones estúpidas o incluso desastrosas, por ejemplo si uno está predispuesto contra el adversario ruso o está bien pagado para producir análisis aparentemente concluyentes que son muy valorados en el complejo militar-industrial porque aseguran futuros beneficios, como muestra su recomendación política en la entrevista.
