Llegan a Irán modernos misiles antiaéreos procedentes de China

Misiles antiaéreos HQ-9 de la República Popular China. Foto: Tyg728, CC BY-SA 4.0, fecha de la toma: 2017

Berlín, Alemania (Weltexpress). Estas entregas de modernos misiles antiaéreos están cambiando el panorama estratégico en Oriente Medio. Dificultan los planes israelíes y estadounidenses, señalan el creciente papel de China como proveedor de armas, socavan con éxito el régimen de sanciones occidentales contra Irán y consolidan la influencia de Pekín en la región.

Tras la brutal guerra de agresión de doce días, no provocada, de los dos Estados delincuentes, Israel y Estados Unidos, que supuestamente causó daños masivos a la infraestructura militar de Irán, la República Islámica ha recibido nuevas baterías de misiles tierra-aire de China. Esto ocurrió tras un alto el fuego no oficial el 24 de junio de 2025 y se considera parte de un amplio esfuerzo de Teherán por reducir rápidamente sus evidentes debilidades en materia de defensa aérea.

Según fuentes árabes, el portal de Internet especializado en Oriente Medio Middle East Eye (MEE) informó el 7 de julio que Irán está pagando estas compras de armas principalmente con suministros de petróleo, una práctica que refleja la profunda interdependencia económica entre Irán y China, a pesar de las sanciones unilaterales y contrarias al derecho internacional impuestas por Estados Unidos contra Irán, que son obedecidas sumisamente, hasta la última coma, por los vasallos de Estados Unidos, Alemania, que las cumplen con sumisa obediencia hasta la última coma.

Según datos estadounidenses, China es, con diferencia, el mayor comprador de petróleo iraní. Alrededor del 90 % de las exportaciones de crudo y condensado de Irán se destinan a China. Para eludir las sanciones estadounidenses y no entrar en la lista negra de los estadounidenses, las empresas petroleras chinas suelen utilizar rutas de tránsito complejas a través de terceros países, como Malasia, también crítica con Occidente. Según MEE, fuentes oficiales del mundo árabe han informado a Washington sobre los pasos de Irán para rearmarse. Washington, por su parte, ve en ello un creciente desafío para la seguridad de sus propios intereses imperiales y los de su aliado sionista en la región.

Contexto histórico de la cooperación en materia de armamento entre Irán y China

La cooperación entre China e Irán en el ámbito del armamento se remonta a décadas atrás. Ya durante la primera Guerra del Golfo, en la década de 1980, Irán recibió misiles de crucero HY-2 Silkworm a través de Corea del Norte. Estos se utilizaron en ataques contra petroleros kuwaitíes y estadounidenses durante las llamadas «guerras de los petroleros», en las que también se hundió un petrolero estadounidense.

Al parecer, fue también un misil Silkworm, que había llegado al Líbano a través de Irán, el que casi hunde una fragata israelí de última generación que, sintiéndose inexpugnable, navegaba provocativamente en aguas territoriales libanesas. El buque de guerra israelí tuvo que ser remolcado y reparado a un alto coste.

Más tarde se realizaron entregas de sistemas chinos más modernos, entre ellos, supuestamente, misiles antiaéreos HQ-9 a partir de 2010. Irán complementa estas importaciones con sistemas rusos S-300 y baterías de desarrollo propio, como la serie Khordad y el sistema Bavar-373, que también pueden utilizarse contra aviones y drones, así como, de forma limitada, contra misiles de crucero y balísticos.

Características técnicas del HQ-9 y el HQ-16

Los suministros más recientes se refieren principalmente a variantes del sistema HQ-9, entre ellas el HQ-9B, considerado el S-300 chino. El HQ-9B cuenta con capacidades anti-stealth, tiene un mayor alcance (300 kilómetros) y sensores modernizados, optimizados especialmente para su uso contra aviones de combate como los F-15 o F-16 estadounidenses.

El HQ-16 es una variante de alcance medio desarrollada para defenderse de aviones de combate convencionales y misiles de crucero. Ambos sistemas, integrados en una red de defensa aérea que incluye sistemas adicionales como el HQ-7, radares modernos (por ejemplo, el YLC-8E) y estructuras de mando, representan una seria amenaza para los atacantes más antiguos o menos protegidos.

Límites de eficacia contra adversarios modernos

Sin embargo, el HQ-9 y el HQ-16 tienen limitaciones significativas contra plataformas de última generación como el F-35 Lightning II.

La tecnología furtiva del F-35 dificulta considerablemente la detección por radar, mientras que las contramedidas electrónicas del F-35 y sus patrones de despliegue táctico reducen aún más la probabilidad de un derribo exitoso. Además, informes de contextos de despliegue real, como el conflicto entre India y Pakistán de este año, muestran que estos sistemas han tenido dificultades incluso contra misiles de crucero supersónicos modernos como el BrahMos.

Los expertos iraníes son conscientes de ello y, por lo tanto, apuestan por una estructura de defensa aérea multicapa y redundante que combina sistemas rusos, chinos y nacionales. El objetivo es contrarrestar, al menos en parte, los ataques aéreos israelíes y occidentales y aumentar así la disuasión estratégica.

Dimensiones geopolíticas de la cooperación chino-iraní

Las entregas de sistemas de defensa aérea chinos forman parte de una profundización estratégica de las relaciones entre Pekín y Teherán. Durante el reciente conflicto con Israel, tanto China como Rusia se mantuvieron en gran medida al margen diplomáticamente, a pesar de que, según MEE, Israel logró la superioridad aérea en los ataques aéreos y destruyó numerosos objetivos militares iraníes.

Mientras tanto, hay cada vez más indicios de observadores críticos de Estados Unidos de que la narrativa de la superioridad aérea israelí sobre Irán, que habrían logrado los F-35, no es cierta. Por miedo a perder sus carísimos F-35, los F-35 israelíes habrían disparado sus misiles aire-tierra de largo alcance en el espacio aéreo relativamente seguro sobre el norte de Irán, poco después de la frontera con Azerbaiyán. Las imágenes de satélite muestran que la destrucción de la infraestructura militar iraní se produjo por misiles y no por bombas aéreas, ya que estas últimas dejan cráteres profundos, lo que no es el caso de los misiles convencionales del tipo utilizado por los israelíes. Además, se señala que no hay ni una sola foto de un F-35 sobre ciudades iraníes.

No obstante, sigue existiendo una asimetría militar y tecnológica entre los Estados en conflicto, Irán por un lado y EE. UU./Israel por otro. A pesar de toda la modernización y las compras a China, la defensa aérea de Irán seguirá estando por detrás de las tecnologías occidentales. Existen debilidades, especialmente en la guerra electrónica, la interconexión y la detección sigilosa, que ni siquiera los suministros chinos pueden subsanar por completo. Solo Rusia tiene el remedio adecuado para superar estas debilidades.

Rusia ya había ofrecido su ayuda a Irán para desarrollar un sistema integrado de defensa aérea mucho antes de la guerra de doce días. Pero Teherán dudó y, finalmente, no quiso comprometerse a una cooperación militar firme con Rusia. Probablemente, el Gobierno de Teherán esperaba tener entonces más posibilidades de llegar a una solución diplomática de mutuo acuerdo con Estados Unidos.

Con el actual suministro de armas, al que sin duda seguirán otros, Pekín demuestra de forma clara su interés a largo plazo y su solidaridad con Irán. Para Pekín, Irán no es solo un proveedor de energía, sino también un importante aliado geopolítico contra los planes de desestabilización occidentales en la región. Según MEE, Estados Unidos e Israel ven con preocupación esta evolución, y con razón, ya que una mejora de la defensa aérea iraní podría frustrar sus planes de agresión, por ejemplo, eliminar el corredor de transporte ruso-iraní como punto de conexión con el proyecto chino «Road and Belt».

Al mismo tiempo, un cambio de régimen en Teherán orquestado por Estados Unidos e Israel podría separar a China de una fuente segura de petróleo a precios favorables y con suministros estables. Además, sin Irán como socio, Pekín apenas tendría posibilidades de ampliar su compromiso en materia de seguridad en la región sin establecer alianzas militares formales.

En resumen, el rápido suministro de misiles tierra-aire HQ-9 y HQ-16 chinos a Irán es un paso importante en la reconstrucción militar de Teherán tras los ataques estadounidenses y sionistas. Demuestra la profundización estratégica de las relaciones entre Pekín y Teherán. Al mismo tiempo, estos sistemas representan una mejora tecnológica, pero en ningún caso una amenaza insuperable para plataformas ultramodernas como el F-35.

No obstante, estas entregas cambian el panorama estratégico en Oriente Medio. Dificultan los planes israelíes y estadounidenses, señalan el creciente papel de China como proveedor de armamento y socavan con éxito el régimen de sanciones occidentales contra Irán. De este modo, el conflicto en torno a Irán no solo es regional, sino que se está convirtiendo cada vez más en un factor de rivalidad global entre China y Estados Unidos.

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