Censura en Facebook – La sorprendente revelación de Mark Zuckerberg

Censura el Facebook de Mark Zuckerberg llamado el libro de las muecas. Fuente: Pixabay, Foto: Firmbee

Berlín, Alemania (Weltexpress). ¿Se trata de un último intento desesperado por eludir la acusación de conspiración para suprimir las libertades civiles? ¿O está Mark Zuckerberg intentando salvar su empresa a la luz del éxito comercial de la Plataforma X de Elon Musk, libre de censura? ¿Y por qué confiesa ahora?

La reciente carta de Mark Zuckerberg al Congreso en la que admite que Facebook cedió a las presiones de la administración Biden-Harris para censurar contenidos ha conmocionado a los centros de poder. En un mundo en el que las plataformas de medios sociales tienen un inmenso poder sobre el discurso público, esta revelación no es más que una bomba. Pero más allá de la conmoción, hay una verdad más profunda e inquietante: la confesión de Zuckerberg puede haber sido menos por penitencia y más para protegerse de las consecuencias legales y políticas que se avecinan en el horizonte.

La revelación de un oscuro secreto

En su carta al presidente del Comité Judicial de la Cámara de Representantes, Jim Jordan, Zuckerberg admitió que altos funcionarios de la administración Biden «presionaron repetidamente» al equipo de Facebook para que suprimiera información relacionada con COVID-19 y el portátil de Hunter Biden, contenido que la plataforma no habría censurado de otro modo. Esta coacción, afirma ahora, fue errónea y lamenta que Facebook no tomara medidas más decisivas contra ella. A primera vista, parece un noble mea culpa, pero el momento y el contexto sugieren lo contrario.

La presión de la administración Biden no era una preocupación ordinaria. Fue un intento deliberado de controlar la narrativa durante un periodo electoral crítico manipulando la información que podía llegar al público. La supresión de la historia sobre el portátil de Hunter Biden, en particular, ha suscitado serias preocupaciones sobre la interferencia electoral, una acusación dirigida contra adversarios extranjeros como Rusia, pero que ahora parece orquestada desde dentro.

El dilema legal: 18 U.S. Code § 241

Las acciones de Zuckerberg, tal como se presentan en sus propias palabras, podrían interpretarse como una violación del 18 U.S. Code § 241, que trata de las conspiraciones para suprimir las libertades civiles. Este estatuto federal establece que si dos o más personas conspiran para lesionar, acosar, amenazar o intimidar a cualquier persona en el libre ejercicio o disfrute de cualquier derecho garantizado por la Constitución o las leyes de los Estados Unidos, serán multadas o encarceladas por un máximo de diez años, o ambas cosas. Al ceder a la presión del gobierno y censurar contenidos, Zuckerberg puede haber cruzado la línea de la conducta delictiva.

Las consecuencias son enormes. La confesión de Zuckerberg podría exponerle a acciones penales, no sólo por parte de las personas o instituciones directamente perjudicadas por la censura, sino por parte del público en general, cuyo derecho a la libertad de expresión ha sido pisoteado. La ley es clara: nadie, cabría esperar, ni siquiera el jefe de un gigante tecnológico, está por encima de esto. Pero los miembros de alto rango de la administración Biden-Harris que ejercieron la presión criminal también deben comparecer ante los tribunales.

¿Por qué confesar ahora?

¿Por qué decide Zuckerberg decir la verdad ahora? La respuesta se encuentra probablemente en el cambiante panorama político y el creciente escrutinio del papel de las grandes tecnológicas en la formación de la opinión pública. Con las elecciones de 2024 a la vuelta de la esquina y la posibilidad de un cambio de poder en Washington, Zuckerberg puede estar intentando posicionarse favorablemente antes de que sea demasiado tarde. Admitiendo la censura ahora, puede que espere librarse de consecuencias más duras más adelante.

Además, el auge de plataformas alternativas como X (antes Twitter), de Elon Musk, ha demostrado que el público está ávido de un discurso abierto y sin censura. El repentino cambio de tono de Zuckerberg podría ser un movimiento calculado para recuperar la confianza del público y seguir siendo relevante en un mercado de redes sociales cada vez más competitivo. Pero no se trata de remordimientos, sino de la supervivencia de su empresa.

Un patrón de manipulación

No es la primera vez que Zuckerberg se encuentra en el centro de una polémica relacionada con la manipulación de la información. Desde el escándalo de Cambridge Analytica hasta los actuales problemas de privacidad, Facebook ha sido acusado en repetidas ocasiones de priorizar los beneficios y el poder por encima de las consideraciones éticas. Esta última admisión encaja perfectamente en un patrón de comportamiento que muestra la voluntad de saltarse la ley cuando sirve a los intereses de la empresa.

Lo que hace que esta situación sea especialmente indignante es la flagrante hipocresía. Mientras que Zuckerberg condena ahora las presiones del gobierno de Biden, nunca se ha opuesto a las peticiones de censura en el pasado. De hecho, Facebook tiene un largo historial de complacencia con los vientos políticos dominantes, ya sea suprimiendo voces conservadoras o promoviendo ciertas narrativas en detrimento de otras. Esta indignación selectiva no hace sino socavar aún más su credibilidad.

Las consecuencias de la inacción

La pregunta ahora es: ¿qué se hará al respecto? ¿Serán Zuckerberg y Facebook realmente responsables de sus actos, o será éste otro caso en el que los poderosos se salen con la suya? La opinión pública estadounidense es cada vez más cínica sobre la capacidad del sistema judicial para exigir responsabilidades a la élite. Este caso será una prueba de fuego para comprobar si ese cinismo está justificado.

Hay llamamientos para que el Congreso tome medidas decisivas, no sólo para castigar a los responsables, sino también para garantizar que no vuelva a ocurrir nada parecido. Si Zuckerberg cree de verdad que las presiones del Gobierno fueron erróneas, debería apoyar medidas para evitar este tipo de coacciones en el futuro. Pero las palabras por sí solas no bastan. Sin una verdadera rendición de cuentas, su admisión no es más que un control de daños.

El camino a seguir

La carta de Zuckerberg debería ser una llamada de atención para todos los que valoran la libertad de expresión y la integridad democrática. El poder que ostentan plataformas como Facebook es inmenso, y si se abusa de él, las consecuencias pueden ser devastadoras. Es hora de analizar seriamente el papel de las grandes tecnológicas en nuestra sociedad.

Si Zuckerberg se toma en serio su propósito de enmienda, debe ir más allá de las meras palabras. Debe cooperar plenamente con todas las investigaciones, apoyar reformas significativas y comprometerse con la transparencia en todas las relaciones de Facebook con el gobierno. Cualquier otra cosa sería un insulto a los millones de estadounidenses cuyas voces han sido silenciadas por su plataforma.

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