Berlín, Alemania (Weltexpress). En el gran teatro de la política estadounidense, ha habido pocas actuaciones tan memorables como la de la Secretaria de Comercio, Gina Raimondo. Su mandato es una clase magistral de errores burocráticos. En términos de incompetencia, Raimondo no tiene nada que envidiar a su homólogo alemán Habeck.
En el laberíntico Washington, el papel del Secretario de Comercio, y más concretamente de la actual Secretaria de Comercio, Gina Raimondo, es crucial. Pero su mandato se ha convertido en una lección de cómo no dirigir la oficina en este puesto crítico. Desde estrategias fallidas para abordar la crisis de la cadena de suministro hasta revelaciones de asombrosa estupidez e ignorancia de datos económicos clave, la Sra. Raimondo ha demostrado estar a la altura de su homólogo alemán verde.
La mayor y más reciente metedura de pata la cometió la ministra Raimondo hace unos días, el 21 de agosto, cuando la Oficina de Estadísticas Laborales de Estados Unidos se vio obligada a revisar drásticamente a la baja unos datos previamente adornados que sugerían un floreciente mercado laboral estadounidense a pocas semanas de las elecciones presidenciales. Los titulares de los medios de comunicación estadounidenses decían algo así: «El empleo en EE.UU. se revisa a la baja en 818.000 puestos de trabajo en año electoral, la segunda mayor revisión de la historia de EE.UU.».
Todavía en marzo de este año, la mayoría de los «expertos» y presstitutes de Wall Street seguían difundiendo acríticamente las mentiras del taller de falsificación estadística de Biden y Raimondo sobre la fuerte caída de las cifras de desempleo para levantar el ánimo del Partido Demócrata de Biden-Harris en el país y hacer que la economía pareciera más fuerte de lo que es con fines propagandísticos. Por cierto, se trata de un método que también es popular en este país. Porque «cuando las cosas se ponen políticamente difíciles, hay que mentir». El experimentado jefe de la Comisión de la UE, el luxemburgués Jean-Claude Junker, ya lo había confesado en una entrevista en la televisión alemana durante la crisis del euro en 2011.
El pico temporal de incompetencia de Raimondo se produjo al margen de la conferencia del partido demócrata el 21 de agosto. Kamala Harris acababa de ser celebrada tan frenéticamente por sus partidarios que ya sonaba como el famoso silbido en un bosque oscuro lleno de fantasmas de Trump. Un equipo de televisión entrevistó a Raimondo, la secretaria de Comercio de Biden, y también le preguntó por la revisión récord a la baja de las cifras de empleo por parte de la Oficina de Análisis Económico, de la que ella es responsable. Su respuesta fue asombrosa y pasará a los anales de su ministerio. Ante el atónito periodista, Raimondo dijo que «no se creía» la corrección porque de alguna manera Trump estaba detrás de ella.
Cuando a continuación se le informó de que los datos procedían de su propia administración, concretamente de la Oficina de Estadísticas Laborales del Departamento de Trabajo, la respuesta de Raimondo fue sencillamente legendaria: «No estoy familiarizada con ello.» En otras palabras, la Secretaria de Comercio Raimondo dice que no se cree los nuevos datos gubernamentales de su propia casa, que demuestran que casi un millón de los puestos de trabajo supuestamente «creados» bajo la administración Biden-Harris no existen en realidad.
Y a Raimondo le resulta imposible verificar lo que fue, es y no es porque «no está familiarizada» con su línea de trabajo. Sólo cabe preguntarle a la ex gobernadora de Rhode Island y actual «secretaria de Comercio»: «¿Qué hace realmente en su trabajo?». Aparte de difamar a Trump como el mayor peligro para Estados Unidos en cada oportunidad.
La incompetencia sin palabras de la Secretaria de Comercio de Biden está sin duda a la altura de la de su homóloga alemana. Recordamos cuando Habeck miró confiado a la cámara de televisión y afirmó que las empresas que estaban cerrando por culpa de Covid no estaban amenazadas de quiebra, simplemente ya no vendían nada.
Al igual que Habeck, la última demostración de incompetencia sin aliento de la ministra Raimondo no es un hecho aislado, sino que forma parte de una larga serie de incidentes en los casi cuatro años que lleva en el cargo.
La debacle de la cadena de suministro
Cuando la pandemia de COVID-19 perturbó las cadenas mundiales de suministro, se esperaba que Raimondo navegara con destreza por esas peligrosas aguas. En lugar de ello, sus estrategias fueron tan ineficaces como intentar taponar una válvula agujereada con una esponja. Los supermercados estadounidenses se quedaron con las estanterías vacías y la industria estadounidense también se quedó sin insumos. La frustración pública fue en aumento. Ya fuera por una incomprensión fundamental de la logística mundial o por pura incompetencia, el fracaso de Raimondo en la gestión de la crisis de la cadena de suministro era evidente para todos. Pero ya sea en Estados Unidos o en Alemania, la estupidez y la incompetencia se ven recompensadas en este mundo al revés.
Guerras comerciales y políticas confusas
El enfoque de Raimondo sobre el comercio internacional no fue menos confuso. Sus políticas, aparentemente elaboradas sin tener en cuenta los acuerdos existentes, han creado fricciones innecesarias con los socios internacionales. Países que antes admiraban el liderazgo de EE.UU. se vieron ahora enredados en una maraña de normativas contradictorias. El mandato de Raimondo en este ámbito parece un ejemplo de cómo alienar a los aliados y confundir al mercado mundial.
El enigma de la regulación tecnológica
En una era dominada por los gigantes digitales, el papel del Secretario de Comercio en la regulación tecnológica es fundamental. Sin embargo, las decisiones de Raimondo en este ámbito han sido erráticas y a menudo parecían encaminadas a enviar señales ambiguas más que a garantizar una supervisión eficaz. Sus medidas antimonopolio se dirigieron a las empresas equivocadas y sus normas de protección de datos dejaron desconcertados a los líderes tecnológicos. El resultado es un entorno normativo incoherente en el mejor de los casos y perjudicial en el peor.
Política medioambiental: grandes esperanzas, mala ejecución
Los intentos de Raimondo de impulsar iniciativas medioambientales fueron ambiciosos, pero mal ejecutados. Su intención de promover las energías renovables se vio obstaculizada por la burocracia y la ineficacia de los incentivos. El sector de las energías renovables, que debía florecer, sigue en el limbo debido a sus errores.
Política económica y desarrollo del mercado laboral: un intento equivocado
Su gestión de la política económica y del mercado laboral ha sido igualmente preocupante. Las iniciativas de creación de empleo han errado a menudo el tiro, bien porque no han abordado las causas profundas del desempleo, bien porque han introducido medidas que han ahogado involuntariamente el crecimiento. Los esfuerzos de Raimondo en este ámbito han sido comparados con intentar arreglar una rueda pinchada con un esparadrapo: bienintencionados, pero en última instancia ineficaces.
La doctrina Raimondo: desviar y negar
Cuando se le criticaba, el primer instinto de Raimondo era desviar la culpa. Ya sea dudando de la exactitud de las cifras desfavorables del mercado laboral o restando importancia a sus errores, ha evitado sistemáticamente asumir responsabilidades. Esta tendencia a eludir responsabilidades se ha generalizado también en este país, minando aún más la confianza pública en su liderazgo y en el Gobierno.