
Berlín, Alemania (Weltexpress). En protesta contra la complicidad de los gobiernos de sus países con el genocidio israelí en la Franja de Gaza, los trabajadores portuarios de varios países europeos bloquean barcos, como los de la empresa estatal israelí ZIM, que deben recoger armas en Europa.
Durante la semana pasada se ha extendido por los puertos europeos una enérgica protesta contra la devastadora ofensiva sionista en la Franja de Gaza. Este movimiento es más que una huelga laboral, es una rebelión moral contra una maquinaria bélica que siembra la muerte y la destrucción entre una población civil inocente.
Los trabajadores portuarios desde Génova hasta Marsella y España no solo quieren mostrar una señal de alto a Israel, sino también enviar un mensaje claro al resto del mundo. Sin embargo, esto último fracasa debido al silencio de los «medios de comunicación de calidad» occidentales, que ignoran deliberadamente acciones tan inapropiadas como las de los trabajadores portuarios para no inquietar a los lectores y espectadores o, lo que es peor, para no hacerles reflexionar.
España lidera con un valiente embargo
España ha dado un paso revolucionario en la escena internacional: se ha prohibido a los aviones y barcos militares estadounidenses utilizar las bases de Rota y Moroni para el transporte de armas a Israel. Esta decisión, basada en un pacto de defensa de 1988, es un golpe de efecto contra la logística de la guerra. El presidente Pedro Sánchez calificó el conflicto de Gaza de «genocidio» y dejó claro que ningún país de la OTAN debería convertirse en cómplice de una guerra así. Mientras el embargo de España acapara los titulares, la verdadera rebelión se libra en los muelles, donde los trabajadores portuarios paralizan las cadenas de suministro a Israel y atraen la atención mundial.
Resistencia en Génova y Marsella
En Génova, el 27 de septiembre de 2025, los trabajadores portuarios del sindicato USB y del colectivo CALP se negaron a cargar el buque Zim Virginia, de la compañía ZIM, que debía transportar diez contenedores con «mercancías peligrosas» —presumiblemente explosivos— a Israel. Más de 25 000 manifestantes marcharon por las calles gritando: «¡No trabajamos para la guerra!». Exigían corredores humanitarios y el fin de los envíos de armas. Solo unos días antes, el 24 de septiembre, los trabajadores portuarios de Marsella-Fos, liderados por el sindicato CGT, habían detenido la carga del buque Contship Era tras descubrir 14 toneladas de componentes de ametralladoras de Eurolinks que podrían haber sido utilizados en la Franja de Gaza. «¡El puerto de Marsella-Fos no debe ser utilizado para abastecer al ejército israelí!», había declarado el portavoz de la CGT, Christophe Claret. Era ya el tercer bloqueo en Marsella este año, inspirado en acciones similares en Salerno y Scilla, donde los trabajadores italianos también habían impedido el envío de armas a Israel.
El movimiento se extiende
Las llamas de la resistencia arden mucho más allá de Italia y Francia. En Suecia, nuevo miembro de la OTAN, el sindicato de trabajadores portuarios ya había votado en enero de 2025, con un 68 % de los votos, a favor de boicotear todo comercio militar con Israel. A raíz de ello, el activista Erik Helgeson fue despedido con el pretexto de la «seguridad nacional», lo que supone un claro ataque a la libertad sindical. En Grecia, en octubre de 2024, los trabajadores portuarios del Pireo bloquearon 21 toneladas de municiones en un barco de ZIM y, en julio de 2025, detuvieron acero militar en el Ever Golden.
El sindicato militante PAME declaró: «Los trabajadores portuarios no serán cómplices del Estado asesino de Israel y sus aliados: Estados Unidos, la OTAN y la UE». En España, los trabajadores portuarios de Barcelona ya se comprometieron en 2023 a no cargar armas con destino a Israel, una promesa que se ha visto reforzada por las acciones de Génova. Los puertos belgas introdujeron prohibiciones parciales, mientras que en Rávena, los trabajadores italianos detuvieron dos camiones cargados de armas en septiembre de 2025, lo que provocó huelgas en todo el país.
Apoyo político en los países de la OTAN
El movimiento de los trabajadores portuarios se ve reforzado por los cambios políticos en los países de la OTAN, que aumentan la presión sobre Israel. Eslovenia, un pequeño miembro de la OTAN, fue el primer país de la UE en imponer un embargo total de armas en julio de 2025, que prohíbe todas las importaciones, exportaciones y tránsitos militares. El primer ministro Robert Golob denunció la inacción de la UE, mientras que la presidenta Nataša Pirc Musar calificó el conflicto de Gaza de «genocidio».
Bélgica y los Países Bajos impusieron prohibiciones parciales, Italia detuvo los envíos desde octubre de 2023 y Alemania anunció en agosto de 2025 que detendría las exportaciones a la Franja de Gaza, aunque esto encontró resistencia en la CDU y en Alemania se quedó en un simple anuncio. El Reino Unido, que reconoció a Palestina en septiembre de 2025, se comprometió a no suministrar piezas del F-35 directamente a Israel, mientras que Canadá y Francia fueron objeto de críticas por sus exportaciones encubiertas.
Tensiones dentro de la OTAN
La creciente tensión dentro de la OTAN, donde las obligaciones de la alianza chocan con los imperativos humanitarios, alimenta la determinación de los trabajadores portuarios que se oponen a la logística bélica de la Organización del Atlántico Norte (OTAN). En Génova, los sindicatos exigieron los días 26 y 27 de septiembre de 2025 que los puertos del Mediterráneo se convirtieran en «zonas libres de armas» y amenazaron con bloqueos comerciales generalizados si se obstaculizaban las flotas de ayuda a Gaza, como Global Sumud.
Efectos concretos y alto precio
Las acciones de los trabajadores portuarios están teniendo efectos concretos: los retrasos en Génova y Marsella han costado millones a las empresas de logística y han obligado a ZIM a desviar sus rutas a puertos de Alemania, por ejemplo, es decir, a países en los que sigue apoyándose el genocidio sionista. En Italia, los sindicatos se acogen a una ley de 1990 que prohíbe la exportación de armas a zonas en guerra y planean una huelga general «Disarmiamoli» para junio de 2026.
Pero la resistencia tiene su precio: En Suecia, el activista Helgeson fue despedido, y en Milán se produjeron violentos enfrentamientos el 22 de septiembre de 2025, cuando miles de trabajadores denunciaron la complicidad de Italia. Sin embargo, el movimiento sigue intacto, inspirado por los sindicatos palestinos, que en 2023 llamaron al sabotaje de la maquinaria bélica israelí. En Bogotá, en julio de 2025, doce países no pertenecientes a la OTAN declararon un embargo total contra Israel.
Un faro de humanidad apagado por piratas sionistas
La reciente piratería sionista contra la «Flotilla Global Sumud (GAZA) (GSF)» por parte de fuerzas especiales israelíes ha provocado duras críticas en todo el mundo. La flotilla, con más de 40 barcos y unos 500 activistas de al menos 44 países, entre ellos estadounidenses, británicos, belgas, españoles, malayos, turcos y colombianos, quería llevar ayuda humanitaria a la Franja de Gaza y romper el bloqueo ilegal israelí. Soldados israelíes fuertemente armados abordaron los barcos en aguas internacionales, a unas 70 millas náuticas de la costa, y capturaron a cientos de pasajeros, entre ellos la activista sueca Greta Thunberg.
Esta acción se considera internacionalmente una clara violación del derecho internacional, ya que los barcos en aguas internacionales gozan del derecho de libre paso. En todo el mundo, la operación israelí ha sido calificada de «piratería» y «acto terrorista». El presidente turco, Recep Tayyip Erdoğan, la calificó de «bandolerismo» y criticó a los «políticos fascistas y militaristas» del Gobierno de Netanyahu, que oprimen no solo a los palestinos, sino a todos los que se resisten.
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, fue aún más lejos: anunció la expulsión de diplomáticos israelíes y la rescisión del acuerdo de libre comercio, exigió la liberación de los ciudadanos colombianos y habló de la necesidad de presentar demandas ante los tribunales israelíes. Sudáfrica pidió a Israel que dejara pasar el cargamento de ayuda humanitaria a la Franja de Gaza y subrayó su solidaridad con la flota. El Gobierno de Pakistán y el primer ministro malasio, Anwar Ibrahim, condenaron la «intimidación y coacción» de civiles desarmados como una violación de la conciencia mundial.
Amnistía Internacional señaló la «ilegalidad» de la operación y advirtió del continuo hambre que sufre la Franja de Gaza debido al bloqueo desde 2007. La Autoridad Palestina y Hamás calificaron la acción de «terrorismo marítimo» y violación de las aguas territoriales palestinas. Reporteros sin Fronteras (RSF) criticó la detención de periodistas a bordo, y expertos de la ONU y la Corte Internacional de Justicia (CIJ) recordaron sentencias anteriores contra el apresamiento ilegal de buques y los bloqueos.
Los tripulantes y pasajeros secuestrados, entre los que se encontraban diputados, abogados y activistas, fueron detenidos sin acceso a las representaciones consulares a las que tienen derecho según el derecho internacional. Los vídeos retransmitidos en directo muestran cómo las tropas israelíes utilizaron cañones de agua y luces cegadoras antes de abordar los barcos y, en algunos casos, actuar con brutalidad contra los pasajeros. Amnistía Internacional expresó su profunda preocupación, especialmente por los delegados árabes y los activistas pro palestinos, que están siendo objeto de una campaña de acoso sionista.
Decenas de miles de personas en todo el mundo protestaron contra esta «barbarie» en ciudades como Estambul, Atenas, Buenos Aires, Roma, Berlín y Madrid. Esta acción subraya al mismo tiempo la continua protección de Israel frente a cualquier castigo, de la que disfrutan los criminales del régimen de Netanyahu gracias a sus protectores occidentales.
Con al menos 66 000 muertos en la Franja de Gaza, un tercio de ellos niños, la resistencia de los trabajadores portuarios es más que una simple protesta, es una acción material dirigida contra el cordón umbilical de Israel, es decir, la importación de armas y sus productos preliminares. «¡Ni un solo clavo más para Israel!», gritó Riccardo Rudino en Génova y amenazó: «Si se atacan las flotillas de ayuda, paralizaremos toda Europa». Esto nos da esperanzas.