Cuando dos criminales de guerra planean algo MUY GRANDE

Donald Trump y Benjamin Netanyahu. Fuente: extracto de un vídeo, lugar y fecha de grabación: Washington, 8 de julio de 2025

Berlín, Alemania (Weltexpress). Trump y Netanyahu redoblan sus esfuerzos para llevar a cabo una limpieza étnica sistemática a gran escala. Un ministro de la «única democracia de Oriente Medio» anuncia incluso la construcción de un campo en Gaza, cerrado por el «ejército más humanitario del mundo», para «concentrar» allí a 600 000 palestinos.

La dramática escalada en Oriente Medio no solo se caracteriza por actos bélicos abiertos, sino también por medidas estructurales contrarias al derecho internacional que tienen como objetivo la limpieza étnica de la población palestina de Gaza. Con el apoyo de la Administración Trump, Israel está desarrollando abiertamente planes de reasentamiento forzoso y expulsión. Estos acontecimientos forman parte de una peligrosa escalada geopolítica acompañada de graves violaciones del derecho internacional humanitario.

El plan de Israel para crear un campo de concentración en Rafah

El ministro de Defensa israelí, Israel Katz, ha ordenado al ejército que prepare un plan detallado para la construcción de un campo en el que se concentrará casi un tercio de la población total de Gaza sobre las ruinas de la ciudad meridional de Rafah. Según el periódico israelí Haaretz, en un primer momento se trasladará a la fuerza a 600 000 personas del campo costero de Al-Mawasi y, posteriormente, a toda la población de la zona.

Este gran campamento, propagado como «ciudad humanitaria», una obra maestra del cinismo sionista, estará estrictamente controlado por soldados israelíes y se prohibirá a los internos (prisioneros) salir del campamento. Katz afirmó expresamente que el campo podría construirse durante una posible tregua de 60 días, una amenaza cínica que dificulta cualquier negociación sobre un alto el fuego, ya que ello favorecería la construcción del campo.

El objetivo, como en todas las demás acciones del régimen racista de Netanyahu, es la expulsión a largo plazo de los palestinos de Gaza, lo que el propio Katz describe con el término «plan de emigración», que, según afirma con total convicción, «se llevará a cabo».

El ministro de Finanzas israelí, Bezalel Smotrich, declaró abiertamente que se debe llevar a la población a tal grado de desesperación que abandone Gaza:

«Los habitantes de Gaza se concentrarán en el sur. Se desesperarán por completo y comprenderán que no hay esperanza en Gaza».

Tal proceder cumple la definición de expulsión forzosa de una población y, por lo tanto, se ajusta a la definición de «limpieza étnica», lo que constituye una clara violación del derecho internacional humanitario y una infracción de la Cuarta Convención de Ginebra.

Participación de EE. UU. y apoyo de Trump a los planes de expulsión

Mientras Israel lleva a cabo estos planes, colabora estrechamente con EE. UU. Bajo la presidencia de Donald Trump se debatió el mencionado «plan de emigración», que prevé el traslado forzoso al extranjero de los 2,3 millones de habitantes de Gaza. Este proyecto se vendió públicamente como un «reasentamiento voluntario». Sin embargo, observadores internacionales, entre ellos Human Rights Watch, dejan claro que el proyecto cumple los criterios de limpieza étnica.

Incluso aliados de Estados Unidos, como Egipto, advirtieron de que tal medida podría poner en peligro el tratado de paz con Israel, vigente desde hace décadas, y desestabilizar toda la región. Arabia Saudí también rechazó cualquier reasentamiento masivo y condicionó la normalización de las relaciones con Israel a la creación de un Estado palestino que incluyera Gaza.

Es especialmente pérfido el papel que se asigna en el «plan de emigración» a las llamadas organizaciones humanitarias, como la Fundación Humanitaria de Gaza (GHF, por sus siglas en inglés) (informó RT). Con el apoyo de Estados Unidos, empresas de seguridad privadas, bajo la protección del «ejército más humanitario del mundo», establecerán las llamadas «zonas de tránsito humanitario». En estos campos, las personas serán «desradicalizadas» y «preparadas para su reasentamiento». En realidad, son instrumentos de limpieza étnica en los que se priva a las personas de su libertad de movimiento y se las obliga a emigrar.

Crímenes de guerra y carácter genocida de la ofensiva

La ofensiva israelí ha matado hasta ahora a más de 57 000 personas en Gaza, entre ellas miles de niños. Barrios enteros están en ruinas, la atención médica se ha colapsado y la ONU habla de una hambruna aguda. Según informes, se ha asesinado deliberadamente a personas en los puntos de distribución de ayuda humanitaria: solo en las últimas semanas han muerto más de 600 civiles en más de 20 masacres documentadas. El hambre y el asesinato selectivos constituyen una clara violación de los Convenios de Ginebra y otras normas internacionales.

El plan de empujar a la población hacia el sur mediante el hambre y los bombardeos selectivos para obligarla a permanecer en campamentos y animarla a emigrar «voluntariamente» constituye un crimen contra la humanidad. Juristas internacionales como Michael Sfard lo han calificado expresamente como tal y han declarado:

«Expulsar a alguien de su hogar es un crimen de guerra en el contexto de una guerra. Cuando se produce a esta escala, se convierte en un crimen contra la humanidad».

El papel de Trump y Netanyahu

La cínica alianza entre el presidente estadounidense Trump y el primer ministro israelí Netanyahu quedó al descubierto en su reciente cena extraoficial, en la que ambos confirmaron expresamente los planes para expulsar a los palestinos de Gaza. Netanyahu elogió la «brillante visión» de Trump y declaró que se está «trabajando estrechamente con EE. UU. para encontrar países que acojan a los palestinos expulsados». Trump, por su parte, se jactó de la «buena cooperación» de los países vecinos y prometió «tomar el control» de Gaza después de la guerra y «desarrollarla» sin soldados estadounidenses.

En agradecimiento, Netanyahu ha propuesto oficialmente a su cómplice Trump para el Premio Nobel de la Paz. Durante la cena, para evidente satisfacción del narcisista Trump, le entregó la correspondiente carta a la institución noruega. Aunque el plazo para presentar propuestas expiró hace seis meses, el primer ministro noruego también ha respaldado la propuesta de Netanyahu. Además, es de esperar que Trump mueva todos los hilos del poder estatal estadounidense para adornarse con este título.

Esta cínica autoadulación pública de Trump y Netanyahu tiene lugar en el contexto de la expulsión criminal de la población palestina en el marco de una guerra, lo que está prohibido por la Cuarta Convención de Ginebra. Del mismo modo, la anexión de Gaza que se pretende viola el derecho internacional, en particular la Carta de las Naciones Unidas y la Resolución 2625 (1970), que prohíbe la adquisición de territorio por la fuerza.

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