Los cimientos de Estados Unidos se desmoronan: La excelencia científica está menguando

Fuente: Pixabay, gráfico: b0red

Berlín, Alemania (Weltexpress). Esta advertencia llega en un momento en que Estados Unidos se enfrenta a profundos retos en su sistema educativo y en la innovación tecnológica. Sólo mediante una decidida remodelación de su base de conocimientos podría Estados Unidos recuperar su posición de líder mundial.

Eric Schmidt, antiguo consejero delegado de Google, lanzó recientemente una dura advertencia: EE.UU. corre el riesgo de perder su liderazgo en ciencia y tecnología mundiales si sigue siendo tan restrictiva la endurecida política de inmigración estadounidense hacia los estudiantes universitarios y de posgrado chinos introducida por la administración Biden como parte de las sanciones antichinas. Esta advertencia llega en un momento en que Estados Unidos se enfrenta a profundos retos en su sistema educativo y en la innovación tecnológica.

La urgencia del problema queda demostrada por el hecho de que Foreign Affairs, reconocida internacionalmente como la principal publicación estadounidense sobre política exterior, abordara recientemente la cuestión con alarmante detalle. Los políticos, especialmente el actual gobierno de Biden y la candidata presidencial Kamala Harris, siguen ignorando la cuestión. En su discurso en la convención electoral del Partido Demócrata, por ejemplo, Harris no dijo ni una palabra sobre la difícil situación del sector científico y tecnológico estadounidense al presentar sus prioridades políticas como presidenta de Estados Unidos.

Estados Unidos ha sido considerado durante mucho tiempo un líder en educación, innovación y tecnología. Pero estos pilares de la fortaleza estadounidense están cada vez más amenazados, explica el artículo de Foreign Affairs. Los cimientos del poderío estadounidense, profundamente arraigados en la ventaja del país en materia de conocimiento, están empezando a desmoronarse. Mientras otras naciones amplían rápidamente sus sistemas educativos y sus capacidades tecnológicas, Estados Unidos corre el riesgo de perder su liderazgo, no sólo en los ámbitos militar y económico, sino también en su núcleo intelectual e innovador.

El sistema educativo estadounidense, antaño modelo de excelencia, representa ahora una importante debilidad. De hecho, los estudiantes estadounidenses están cada vez más rezagados con respecto a sus homólogos internacionales en áreas clave como las matemáticas, las ciencias y la capacidad de lectura. Por ejemplo, los resultados de la Evaluación Nacional del Progreso Educativo de 2023 mostraron que los alumnos estadounidenses de 13 años tenían las competencias más bajas en matemáticas y lectura en décadas. La situación es tan grave, dicen, que el 70% de los graduados de secundaria no alcanzaron los niveles de matemáticas exigidos para la universidad, mientras que el 43% suspendió en todas las asignaturas.

Este declive educativo es especialmente preocupante si se contempla en el contexto del rápido progreso de otros países. Por ejemplo, según Foreign Affairs, Estados Unidos ocupó el puesto 34 en competencia matemática en el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) 2022, por detrás de países como Eslovenia y Vietnam (Alemania ocupó el puesto 25).

Esta brecha educativa no es sólo un problema académico, afirma la revista, sino que amenaza directamente el crecimiento económico a largo plazo y el papel de liderazgo mundial de Estados Unidos, siendo este último el motivo por el que Foreign Affairs aborda la cuestión en primer lugar.

La enseñanza superior en Estados Unidos, antaño faro del intelectualismo y la innovación, también se enfrenta a importantes retos. El coste de una titulación se ha disparado, haciendo inasequible la educación superior para muchos estadounidenses. Al mismo tiempo, las universidades estadounidenses están perdiendo competitividad a medida que otros países invierten fuertemente en sus propias instituciones educativas. Una tendencia alarmante es la «fuga de cerebros» de las universidades estadounidenses al sector privado, sobre todo en áreas como la inteligencia artificial (IA). Esta fuga de cerebros no sólo priva a las instituciones académicas de mentes valiosas, sino que también desvía recursos de la investigación básica, esencial para la innovación a largo plazo.

Los efectos de esta tendencia ya se dejan sentir. Hace una década, Estados Unidos era, con diferencia, el país con más publicaciones científicas citadas del mundo. En la actualidad, China ha superado a Estados Unidos en esta importante medida de influencia científica. Además, la inversión estadounidense en investigación básica ha disminuido considerablemente, mientras que la de China ha aumentado más de un 200% entre 2012 y 2021. Si estas tendencias se mantienen, el gasto chino en investigación básica superará al estadounidense dentro de una década, teme Foreign Affairs, que, sin embargo, comete un error en este punto. En una comparación entre países, la eficacia y los resultados de la investigación básica no pueden medirse únicamente por la cantidad de dólares que se gastan en ella, por ejemplo, cuando los salarios de los mejores científicos de China están muy por debajo de los de sus colegas de similar cualificación en Estados Unidos.

Mientras Estados Unidos lucha con sus propios problemas de educación e investigación, otras naciones están acortando rápidamente distancias. Asia Oriental, en particular, ha realizado avances impresionantes en educación e innovación tecnológica. En la década de 1960, Asia Oriental tenía uno de los PIB per cápita más bajos del mundo. Hoy, en gran parte gracias a las mejoras educativas, la región ha conseguido una enorme ventaja y se ha convertido en líder mundial en desarrollo económico y tecnológico.

El declive del poder del conocimiento de Estados Unidos tiene consecuencias de gran alcance para su posición mundial, según Foreign Affairs. A medida que Estados Unidos se quedaba rezagado en educación e innovación, disminuía su capacidad de influir en los asuntos mundiales. Las herramientas tradicionales del poder duro y blando -la fuerza militar y la influencia cultural- ya no son suficientes en un mundo en el que el conocimiento y la tecnología impulsan el crecimiento económico, los descubrimientos científicos y la capacidad militar.

Para restaurar su poder de conocimiento y asegurar su futuro, Estados Unidos tendría que tomar medidas decisivas. Por encima de todo, esto incluye una inversión significativa en el sistema educativo, desde la escuela primaria hasta la educación superior. También es crucial reformar la política de inmigración para retener a los mejores talentos y modernizar los planes de estudio para preparar mejor a los estudiantes para un mundo que cambia rápidamente. Además, el gobierno estadounidense necesita desarrollar un nuevo marco estratégico que reconozca la importancia del poder del conocimiento en el panorama global actual. Esto requiere no sólo invertir en educación e investigación, sino también construir la infraestructura necesaria para la innovación tecnológica.

Sin estas reformas, Estados Unidos corre el riesgo de quedarse aún más rezagado en la carrera mundial por el dominio tecnológico y del conocimiento. Sólo mediante una decidida remodelación de su base de conocimientos podría EE.UU. restablecer su posición de líder mundial y asegurar su futuro en un mundo cada vez más impulsado por el conocimiento.

Sin embargo, una transformación tan fundamental de la educación estadounidense exigiría una revolución cultural. Al mismo tiempo, dados los gigantescos agujeros financieros del presupuesto del gobierno estadounidense (actualmente se añade un déficit de mil millones de dólares cada tres meses), habría que recortar radicalmente la mayor partida de gastos del presupuesto, a saber, el gasto militar estadounidense, de al menos 800.000 millones de dólares anuales. Pero el todopoderoso lobby de los especuladores de la guerra sabrá cómo impedirlo.

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